..Ay pueblito campesino
mis sienes blancas reflejan,
los años que ya se alejan
a prisa por el camino.
¡LAVALLE! fue mi destino
marcharme lejos de allí,
pero siempre comprendí
el valor de mis raíces
y a los momentos felices
los guardo dentro de mí...

 

     

 

 

 

Cercos de Madreselva

Vals

Música: Javier Bravo
Letra: Norma Ester Montenegro

Mi General Lavalle pueblito centenario
perfuma mi recuerdo el aroma de tu greda,
cercos de madreselva , jazmín de primavera
añosos tamarindos, la ría y la ribera.

Conservas en el tiempo tu antigua tradición
y al viejo saladero evoco en mi canción,
viajaban las noticias con promesas o lágrimas
surcando los caminos en la Galera e’ Dávila.

Flameaba el pampero los ponchos encerados
que al galope tendido llevaban los arrieros.
Detrás de mil quimeras se fue mi corazón
añorando el regreso que nunca se cumplió.

Mi General Lavalle te canto desde lejos,
quizás esta distancia se acorte alguna vez
y vuelva una noche buscando aquel recuerdo
presente en la nostalgia que en mi siempre vivió..

Del álbum de aquel tiempo, rescato de mi niña
su risa en la vereda escapando de la siesta
la plaza de un tal Galo, la sala de Rufina
la iglesia de Manuco y el patio de la escuela.

Al corso de la Mitre en noches de Febrero
llegaban las comparsas, lentejuela y satén
serpentina enredando el alma de las mozas
en sana algarabía viviendo el carnaval.

Norma Ester Montenegro

Versión cantada por Celia Saia/2008

en la guitarra: Javier Bravo

-1º premio Certamen de la Canción Surera  2008-Dolores-Buenos Aires-Argentina

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RÍA DE AJÓ

Quisiera contemplar desde la ría

en la serena paz de su ribera,

en íntimo desvelo por las islas

las andanzas de un ciervo vagabundo.

 

Sentarme a la vera de sus tamarindos

que me ofrecen su fraternal abrazo.

Posar mis plantas en sus aguas salobres

y dormir con la flauta opaca del juncal.

 

Soñar que es mi corazón una carnada

sacar las redes llenas de su seno

de lisas ,corvina y pejerrey.

 

Que los barcos que llegan a su puerto

amarren sus destinos en su lecho,

que vuelva el que se ha ido

calmando la añoranza en su regreso.

 

Ría; en comunión postrera...

Guarda mi alma en la esencia de tu greda.

 

 Norma Ester Montenegro

   
 

 

     

 

 

 

Ecos de ausencia (Aire de Zamba )


Letra : Norma Ester Montenegro
Música : Javier Bravo

Niña Lavallense, florcita del pago
la noche en tu pelo tenías,
la miel de tus besos, junto a la ventana
mi boca ansiosa bebía.

El fuego de tus ojos, quemó a su antojo
la vida mía, la vida mía,
ahora son ceniza nuestros amores
ya no hay hechizo junto a la Ría.

Estribillo


Cuando en las tardes por un momento
llegas a mí como en sueños
novia pueblerina
con que ternura en ti yo pienso
como a Nuestra Señora de la Merced.
tus ojos siempre recordaré.


Esclavo y devoto de tu mirada
tendrás mi cariño niña Lavallense
mientras por la vida siga mi camino
este secreto será para siempre

Hoy has pasado por mi lado ajena
quebrando el silencio de mi amarga calma
extendí la mano y sólo la nada
respondió al deseo de lo que anhelaba.
Versión cantada por Celia Saia/2008

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Soneto a los Tamarindos

Los viejos tamarindos con sus tallos rugosos

agitaban sus ramas en alas de la brisa

y caían las flores de manera imprecisa

alfombrando la tierra con colores vistosos.

 

Testigos en mi infancia de momentos ociosos

cuando un libro en las manos cumplía la premisa

de acercarme a los versos que leía sin prisa

imaginando  historias de amores venturosos.

 

En tardes otoñales a sus troncos ataba

una cuerda muy firme para saltar dichosa

en tanto mis hermanos de una forma amistosa

 

jugaban  a la mancha hasta que el sol entraba.

En el patio de antaño que en mi recuerdo asoma

están  los tamarindos exhalando su aroma.

©Norma Ester Montenegro

 

   
 

 

 

     

 

 
EL BOLICHE DE ASPIROZ
de General Lavalle


Supo ser muy bien mentado
aquel boliche rural,
donde en forma natural
se daba el trato apropiado.
Sencillo y considerado
el patrón con el gauchaje,
que a veces llegaba en viaje
con arreos para venta,
por la huella polvorienta
que acercaba a ese paraje.

Siglos atrás asentaron
cerca de allí paradero
los indios que con esmero
su impronta veraz dejaron.
Sus manos rudas forjaron
muy diversos utensilios,
platos, jarras y cuchillos
también urnas funerarias
en obras rudimentarias
hechas por seres sencillos.


Feria y remate de hacienda
una vez al mes se hacía
y cuando esto acontecía
la reunión era estupenda.
Al entrar a la vivienda
había una gran cocina,
en donde alguna gallina
iba a parar al puchero,
también el guiso carrero
completaba la rutina.

Lindaba con La Esperanza
y El Palenque: dos Estancias
parejas en abundancias
en las horas de labranza.
Destacaba la templanza
singular de la peonada
que en nochecita cerrada
al boliche se acercaba,
y al truco, bochas o taba
despedían la jornada.

Hoy sus puertas se han cerrado
se ha convertido en tapera,
el candado en la tranquera
habla de un tiempo acabado.
El pastizal arraigado
crece a la buena del viento
y es testigo de un lamento
que recorre el monte e' tala
donde un reflejo e' luz mala
surge y se pierde al momento

©Norma Ester Montenegro

   
 

 

 

 

 

     

 

 

De mi pueblo

Inspiran mi evocación
imágenes del pasado,
que en mi pecho se han quedado
y hoy hacen su aparición.
Es sincera la emoción
que fluye de mis relatos,
que pasarán con sus datos
en forma amigable y fiel,
a perpetuar en papel
aconteceres muy gratos.

Mi pueblo tiene el encanto
de lo simple y cotidiano,
siempre prodiga la mano
a quien sufre algún quebranto.
Con mi décima le canto
a sus valores humanos,
al alma de sus paisanos
que perdura en el presente
y convive cordialmente
entre vecinos y hermanos.

Destacada trayectoria
fue la del Doctor Mascias,
que a toda gente atendía
con dedicación notoria.
Quedaron en la memoria
riesgosas operaciones;
en adversas situaciones
su sapiencia utilizó
y a la vida permitió
mejorar sus condiciones.

El antiguo saladero
fue primordial en el pago,
merecedor del halago
y en importancia primero.
En su labor fue pionero
congregando a mucha gente,
que trabajó eficazmente
fomentando su pujanza,
mas luego de tal bonanza
es recuerdo solamente.

Ay pueblito campesino
mis sienes blancas reflejan,
los años que ya se alejan
a prisa por el camino.
¡LAVALLE! fue mi destino
marcharme lejos de allí,
pero siempre comprendí
el valor de mis raíces
y a los momentos felices
los guardo dentro de mí.

En algún atardecer
acortando la distancia,
llega hasta mí la fragancia
que da la ría al crecer.
Y suele permanecer
su magia por un momento,
luego en el soplo del viento
vuela a su orilla a esperar,
que la vuelva a convocar
a través del pensamiento.

©Norma Ester Montenegro

 

 

 

     

 

Soneto a la Galera de Dávila

De Lavalle a Dolores la galera
guapeando surcaba los senderos,
ida y vuelta sus fieles cadeneros
apuraban la marcha tesonera.

De fieras travesías fue pionera
transportando encomiendas; pasajeros,
que muchas veces eran prisioneros
llevados a cumplir pena severa.

El asfalto cubrió la trayectoria
de las huellas marcadas con coraje
y el progreso borró la bella historia
grabada en lo profundo del paisaje.

Con el último viaje se fue un día
quedando en la memoria su osadía.

Refiere la leyenda que trotando
Ánima Negra atrás de la galera,
solía andar, tal vez como esperando
que la posta final lo detuviera...

©Norma Ester Montenegro

Mas información sobre la Galera de Dávila

 

 

 

     

 

 

Las campanas de mi pueblo


De mi pueblo recuerdo las campanas
que Manuco tocaba diligente
anunciando las misas diariamente
con un dejo de honor. Y son mis ganas

de volver a escuchar esos sonidos
que me instan a pensar que tal vez luego
del pasado retornen con mi ruego
y en mi alma permanezcan detenidos.

La iglesia con la imagen venerada
de la virgen oidora de plegarias,
fueron en mi niñez destinatarias

del sentir de mi fe consolidada.
El tiempo transcurrió y aunque lejanas
en mi mente resuenan las campanas.

©Norma Ester Montenegro

 

Iglesia Nuestra Señora de la Merced - General Lavalle BA.Argentina

 

 

 

     

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